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9:20 a. m.
El martes por la noche llegó a casa luego de estar parada en un escenario frío y oscuro, luego de presentar su obra. Lloraba en silencio con la cara baja.
- Martes por la noche.
Lo había prometido. La belleza de sus labios resplandecía al compás que pronunciaba cada palabra, yo no le oía. “Martes por la noche” había dicho, con su vestido blanco, bajando del escenario.
Las hojas de los árboles se estremecían ante la brisa nocturna. Su presencia perturbaba el martes que moría mientras ella se desplomaba en mis brazos. Desconcertado, sentía como sus lágrimas mojaban mi camisa, y me mojaban el alma también.
Presentía su ausencia repentina y como, a pesar de llorar en mi hombro, perdía su mirada y sus pensamientos en la penumbra. Aguarde su calma y un beso de sus labios a los míos. Pero hubo frío.
- Le dije que si.
Yeilín Blanco © 2007